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lunes, 12 de julio de 2010

La hora de la iglesia


Curas pederestas
Desde los crímenes de la Santa Inquisición la católica y apostólica Iglesia romana ha tenido el poder, no propiamente divino, para salirse con las suyas. En unos casos ha bastado con pedir y en otros tres golpes de pecho han sido suficientes para limpiar la conciencia.

Ninguna otra religión ha gozado de ese privilegio. Pero todo tiene su límite, como se ha evidenciado con los abusos sexuales de niños en que han incurrido  curas y obispos. Esa inmunidad de que ha disfrutado por su complicidad con gobernantes tiránicos o por su alianza con el poder político y económico puede que haya tocado su fin.

El allanamiento a la catedral de Malinas, en Bélgica, incluyendo la tumba del ex primado Godfried Daneels en busca de pruebas de abusos sexuales a menores demuestra que al menos en la nación europea ya la Iglesia Católica no cuenta con su estatus privilegiado.

Los prelados, a los que se registraron sus celulares, no pudieron moverse del lugar hasta concluida la bochornosa y responsable operación. El Vaticano protestó enérgicamente ante una vejación, como definió el acto judicial al que dijo no se atrevieron ni siquiera los regímenes comunistas.

La respuesta fue que la ley era igual para todos. Y ese fue precisamente el argumento de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos al acoger la decisión de un juez de Oregón que negó inmunidad diplomática a la jerarquía eclesiástica, acusada de encubrir a un cura pederasta ya fallecido.

Si la fe en la Iglesia se ha resquebrajado no ha sido por obra de ningún enemigo, como afirmó el arzobispo auxiliar de Santo Domingo, monseñora Víctor Masalle Pérez, sino por  su culpa, por su grandísima culpa.

El caso de los curas pederestas ha sido la gota que rebosó la copa. El blindaje jurídico se ha desmoronado, pero el Vaticano puede todavía recurrir al divino, al menos para evitar los juicios terrenales por los abusos sexuales contra niños.

Luis Pérez Casanova
El Nacional.com.do
http://elnacional.com.do/opiniones/2010/7/12/54183/La-hora-de-la-Iglesia

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