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miércoles, 26 de junio de 2013

Distinguidos Señores Diputados


Carta a los diputados
Distinguidos Señores Diputados:

Durante el tiempo que tengo escribiendo en los periódicos, unos 27 o 28 años, he tenido más de una vez el disgusto de referirme a la desastrada institución de la que ustedes forman parte y nunca por razones loables.

Dadas las prácticas y circunstancias que ustedes conocen mejor que yo y que empiezan porque ustedes son demasiados y el costo de mantenerlos es estridentemente excesivo, como observadora del devenir de la República Dominicana y como persona consciente y preocupada por nuestros problemas sociales y políticos, siempre he encontrado sobradas razones para recriminar a la Cámara de Diputados y al Congreso, en sentido general.

Sus iniciativas distan mucho de responder a los intereses y necesidades de nuestro país y ni siquiera expresan algún tipo de consideración y respeto hacia la población que se supone debe organizarse y regirse por las leyes que ustedes contribuyen a elaborar.

Ante mis ojos, como ante los de cualquiera que los haya tenido abiertos para ver, han pasado los congresistas con un agravio tras otro -sin contar al servicio de cuáles sectores gobiernan- como simples títeres del Poder Ejecutivo y de cabecillas políticos que bien los lideran en su condición de vulgares mafiosos.

Con la mayoría de los representantes afiliados a un partido u a otro, han pasado las compras de presidentes de cámaras y de miembros de los partidos de oposición, cámaras paralelas, tiroteos y riñas, el hombre del maletín con los sobornos, los barrilitos, las nominillas, los salarios exorbitantes, las exoneraciones, las canastas, las dietas, Los malletazos acompañados del apremiante tono de una subasta, llamando a los ”honorables” a aprobar un presupuesto de espaldas al clamor nacional de disponer un 4% para la Educación.

También ha pasado el desmantelamiento institucional, para reconcentrar el poder estatal en manos de una pandilla de la que ustedes forman parte; los presupuestos y los contratos insólitos, lesivos para el país, aprobados sin siquiera leerse; las leyes reforzando las agresiones contra las mujeres y las que acentúan la penalización para los jovencitos y niños arrastrados a la delincuencia por las condiciones sociales que ustedes contribuyen a imponer y el que hasta ayer fuera uno de sus hitos representativos: Para complacer al Cardenal y pasando por encima de derechos elementales y atropellando a las mujeres, la prohibición absoluta del aborto, aún cuando este fuera prescrito por razones terapéuticas.

Ustedes han constituido una lacra y una peste bochornosa. Ustedes son una afrenta para un país cuya población no ha podido desarrollar la conciencia sobre sus derechos y responsabilidades ciudadanas, ni los mecanismos eficientes de participación democrática y accionar civil, frente a las instancias políticas y gubernamentales corruptas e inoperantes que ustedes representan y encabezan.

Varios de sus integrantes no solo son un ultraje para el sillón que ocupan en la Cámara de Diputados, sino que desprestigian la especie humana en pleno.

Sin embargo, ayer miércoles 26 de junio, no del 1513, ni del 1613, ni del 1713, ni del 1813, ni del 1913, sino del 2013, ustedes, señores diputados, hicieron una minúscula -e insuficiente- corrección a la barbarie en la que ustedes mismos habían incurrido con la prohibición absoluta del aborto, disposición cuyas terribles consecuencias, solo Dios conocerá en todos sus detalles, mientras a algunos y algunas nos quedará en la memoria, la conmoción, el dolor y la vergüenza por la muerte de Esperancita y toda la retahíla de arbitrariedades, injusticias, horrores, angustias y desdichas estruendosas y soterradas que su estúpida, cobarde, irresponsable e insensible reglamentación ha conllevado y seguirá conllevando.

Ciertamente, sacaron un segmento de la pata, aunque mantuvieron bien enterradas las pezuñas con otros desatinos, incluyendo la laxitud en la penalización del peculado y la malversación de fondos públicos, delitos cuya acumulación de condenas debía recaer sobre la mayoría de ustedes.

Por lo pronto, gracias a las diputadas y diputados que desde un principio tuvieron la entereza, la comprensión, el respeto y el sentido de justicia para oponerse a ese trágico desacierto y alentaron una pequeña enmienda que abre una ventana, aunque es mucho lo que queda pendiente y aunque para Esperancita la esperanza llegó tarde. Junto a esas diputadas y diputados, gracias también a las organizaciones, a las ONGs y a los grupos que presentaron resistencia ante esa ley.

Una persona que se llama Laura Morell y que es uno de mis contactos en Facebook escribió ayer en su muro:  “Esperancita, donde quiera que estés, te dedico el día de hoy...”.  Yo hago lo mismo.

Sara Pérez
DIARIO DE LA CIGUAPA
Acento.com
http://www.acento.com.do/index.php/blog/9764/78/Carta-a-los-diputados.html

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